Todo gran héroe tiene un origen. El de Matt Murdock se encuentra en una cama de hospital, en un vendaje rasposo, una amalgama de estridente ruido martilleando sus sentidos.
Y unas cuerdas gastadas, un cuadrilátero ensangrentado, una noche eterna. Y, sobre todo, Elektra. Elektra. Elektra.
Los primeros pasos del Diablo Guardián ya recorrían un camino empedrado de las mejores intenciones. Quizá, un camino directo al infierno.