Eugéne Delacroix (1798-1863) fue uno de los impulsores del romanticismo y uno de sus máximos exponentes en la Francia del XIX.
Crítico con el estilo neoclásico imperante en su época, buscó inspiración en los maestros italianos del Renacimiento y en Rubens. Viajero incansable, en el norte de África consiguió el impulso necesario para desarrollar una nueva aproximación al color, más viva y menos académica, que dotó a su pintura de personalidad propia.
Amante del exotismo y de la naturaleza, su trabajo es fundamental para entender la evolución estilística en la pintura que desembocaría en el simbolismo y el impresionismo.