Esta es una recopilación de cuentos de Oscar Wilde, publicada en 1888. Narrados al principio a su hermano, quien le pedía argumentos para artículos a publicar en periódicos diversos; posteriormente, Wilde dio forma literaria a estas breves prosas.
Quizá la mejor y más enternecedora narración sea la que da título a este volumen: un príncipe que en vida sólo conoció la felicidad y ahora, convertido en estatua de mármol en el centro de la ciudad, conoce el dolor humano y sufre por no poder socorrerlos. Ayudado por una golondrina que ejecuta sus deseos, lleva a los pobres el oro y las gemas que cubren la estatua, hasta que el mensajero alado muere a causa del frío invierno.
Con idéntico arte inspirador están tratados los demás cuentos, como el caso de El ruiseñor y la rosa, que muestra hasta dónde puede llegar el amor. Estos cuentos exteriorizan en gran medida el arte de Wilde que, a más de cien años de su muerte, mantiene vivo su legado y no pierde actualidad. Es de los pocos artistas que a principios de este nuevo siglo, todos seguimos leyendo, o más exactamente, todos hemos leído. Así, el resplandor del genio de Wilde es cada vez mayor.