Para ser admitido en el divertido club de Georgina hay que ser extraordinario. María Joaquina tiene dislexia, y no cree cumplir con los requisitos de un club tan exclusivo en el que sí aceptaron a Carola, la mejor repostera del mundo; a Elías, el más intrépido conductor de patinetas; y a Federico, un guitarrista fenomenal. Con mucho tacto, el libro aproxima la necesidad de aceptación y de compañía de cada quien y favorece la identificación del lector con el relato. Un libro que invita a reflexionar sobre la autoestima y la amistad.