Érase una vez, que surgió la necesidad a modo de hada? de admitir que la comprensión de los conceptos matemáticos, se emparejaba a la manipulación de materiales capaces de generar ideas válidas por su correcta utilización. En aquel entonces, existían conceptos y relaciones fundamentales; por no decir, principios básicos.
El concepto de número y un sistema cifrado de numeración hacían, por ejemplo, referencia a ello. Y aquello, que pertenecía al campo de la matemática, se había admitido como característica de cierto relativismo cultural; se consideraba normal saber escribir números, saber: sumar, restar, multiplicar y dividir. Pero, esa normalidad a modo de bruja amenazaba el aprendizaje de esos conceptos, con una falta de prudencia en la decisión de procedimientos metodológicos para la intervención educativa.