Corren tiempos en los que, lo mismo en nuestro rezagado o anacrónico mundo hispánico en la España de las profanaciones tardojacobinas, por ejemplo, o en el México de las transformaciones gatopárdicas que en la modernísima Europa o en los portentosos Estados Unidos de esas tan sorpresivas, o tan intempestivas reacciones contra la hasta ayer triunfante globalización neoliberal, nuestras cada vez más confusas circunstancias nos invitan a una muy seria revisión, o incluso a una urgente discusión de las filosofías de la historia disponibles, y de las que no también, o de las tan esmeradas, y tan modernamente silenciadas o indispuestas.