Todo el mundo se burla de las enormes orejas de Emilia. Ella las odia. ¿De qué le sirve ser la más estudiosa si nadie la quiere? La pequeña rompe en llanto. ¡No es justo! Ella no es la única que llora. Bruno también está triste. Juntos descubren que el valor de las personas no está en su apariencia, sino en su corazón.