La abuela y Esteban salieron a caminar una tarde. Llegaron al parque y allí el niño encontró lo que parecía un palo, pero en realidad era el juguete más divertido: podía transformarse en una varita mágica, en una feroz espada, en el mejor bat de beisbol... Lo único que Esteban necesitaba era echar a andar su imaginación. La tarde en el parque terminaba, pero el juguete aún tenía transformaciones por delante.