Uno de los testimonios más impresionantes del Holocausto judío lo protagonizó una niña alemana que murió a los 16 años en un campo de concentración. Ana Frank había nacido en Frankfurt en 1929 y tres años más tarde su familia debió emigrar a los Países Bajos huyendo del terror nazi. En su Diario recogió la experiencia de vivir oculta en una casa, con su familia y otras personas, intentando eludir la persecución a que los alemanes sometían a los judíos. La ternura, la solidaridad, la esperanza, los miedos, las disputas en un espacio reducido, la monotonía, el amor, el ansia de libertad y un caudal de sentimientos quedan reflejados en las páginas de una chica que soñaba con ser escritora, y que acabó sus días a causa del tifus y de la locura que convulsionó a Europa en la primera mitad del siglo XX.